miércoles, 4 de julio de 2007
La vida no siempre es de color de rosa. Ayer terminó, se acabó, por ahora no tendremos al pesadito de House haciendo de las suyas hasta la temporada que viene. Curioso lo de este personaje, es ese que a todo el mundo cae mal, que nadie querría toparse con él, sin embargo, siendo un reflejo de lo que nos gustaría ser, nos atrae. Y aunque en los últimos capítulos de la temporada ya no hacía esfuerzos por caer bien ni siquiera a sus fans más incondicionales, haciendo todo lo posible por exasperarlos, sigue siendo el mismo. Su esencia no cambia, a pesar de que lo que ha vivido en esta temporada le ha hecho reflexionar y mucho, mostrando en ocasiones y en el episodio final su lado más humano.
Diálogos cargados de sarcamso e ironía que reflejan descontento con la sociedad en la vivimos, crítica voraz al mundo que nos rodea, lleno de aparentes buenos motivos y falsedad por todos lados. House se convierte en portavoz de los que no están contentos con el mundo que tenemos ante nosotros, y que no son pocos. Su éxito radica precisamente en eso, en decir lo que todo el mundo piensa pero nadie se atreve. En destapar toda la hipocresía, en destimitificar los mitos y derrumbar la sociedad ideal que nos han vendido desde USA por mucho tiempo.
Y es en esta temporada dónde todo eso se ha acentuado aún más, mostrándose el House más cruel posible, el más desagradable, creando un mal ambiente entre los miembros del equipo, terminando en el peor de los casos posible. Y es que no estamos ante una serie dónde todo acaba siempre bien, aunque puede dar la sensación tras la resolución "milagrosa" de muchos casos, todo lo contrario, el lado más amargo de la vida traspasa la pantalla y nos sentimos identificados porque también hemos pasado por lo mismo.
Esa crueldad y amargura corrompe a todo el que le rodea, Chase, Cameron, Wilson, Foreman e incluso Cuddy, son atrapados por esa visión pesimista de la vida. Es como un virus que atrapa y contagia a los que pasan muchas horas con House, huyendo algunos por no llegar a convertirse en lo que ellos piensan que es.
Por ahora se acabó toda esa aguda visión del mundo, toda esa ironía, ese sarcasmo que nos saca de nuestro letargo imaginario, y es que la vida no siempre es de color de rosa.
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Saludos!