lunes, 30 de abril de 2007

La radio ya no es lo que era, los impersonales y fríos ordenadores han sustituido a las actuaciones en directo, los anuncios enlatados han acabado con los estribillos pegadizos y letras picantes a juego con la marca anunciante. Y es que la radio era una obra de artesanía en la que participaban un elenco de presentadores, actores y músicos, y que en la duración de sus programas nos hacían reír, llorar y emocionarnos. Todo eso terminó, y como emotivo y sincero homenaje Robert Altman, uno de los mejores directores de la historia, nos ha dejado esta disfrutable obra póstuma a modo de testamento.

Pero la vida sigue, y eso es lo que ésta película nos quiere reflejar, cual programa de radio la vida tiene un ciclo, está el preámbulo dónde los participantes se cuentan historias, se ríen e incluso aman. Durante el desarrollo del programa a veces las cosas van cómo se habían previsto, pero también surgen imprevistos, cosas de la vida, no siempre se puede predecir qué va a suceder. Y cuándo el tiempo asignado se acaba, la vida va terminando, el show se termina y es hora de recapitular, de reflexionar y de asimilar todo lo vivido. Pero la vida sigue, no todo acaba ahí, es por ello que la película deja una sensación de que no todo está terminado, de que no todo esta perdido, la vida de una persona puede terminar, pero la vida de los demás sigue, prolongándose la proporción al infinito, milagros de la existencia...

Díficil de destacar a un actor en concreto cuando se trata de un 'cast' coral, pero que menos que mencionar que Kevin Kline, Meryl Streep, y una madura pero a la vez soberbia Lily Tomlin, están sobresalientes. Tratándose de un director especializado en esta forma de trabajar era de esperar un resultado al menos notable.

Pero siguiendo con la metáfora de la vida, como en toda existencia que se precie abundan las conversaciones triviales aunque también las profundas, y si bien en este guión no abundan las profundas, no es más que un reflejo de lo que vida misma, una sucesión de relaciones en las que tan sólo a veces uno deja descubrir la profundidad que lleva dentro. Por ello, y sin comparar con otras obras del director, el resultado es un retrato fiel y real de lo que en nuestra vida nos encontramos.

En definitiva, un film recomendable para nostálgicos patológicos y para todos aquellos que en algún momento creía que un ciclo terminaba y que daba comienzo otro, porque a veces la vida puede ser el último show... hasta que comience el siguiente, claro.

Mi valoración: 8,5

4 Comments:

  1. Hatt said...
    Yo no la he llegado a ver porque me habían comentado que de tan coral que es, los personajes acaban por importar poco..., pero con el comentario que haces, resulta interesante.

    Por cierto, ¿ayuda a esa nostalgia el que sea la película póstuma de Altman?.

    Nos leemos.
    BUDOKAN said...
    Una gran y emotiva película. Me hizo recordare al homenaje que Allen traza en Días de Radio. Saludos
    jazzman said...
    Es cierto que al haber tantos personajes hay algunos que pierden fuerza, aunque los principales están muy bien retratados.

    El homenaje de Allen es magnífico, diferente en el planteamiento de ésta, pero es alucinante cómo retrata la vida de una familia alrededor de la radio. Colgué mi crítica de "Días de radio" hace tiempo en este blog, échale un vistazo cuando puedas.

    Saludos a todos!
    Carles Rull said...
    Cierto que recuerda a "Días de radio". Le echo un vistazo a su crítica anterior.
    Y reconozco que, pese a tener sus elementos de interés, y de nostalgia, o por eso de obra póstuma, no me la puedo cargar del todo; pero me aburrió bastante. ¡En fin! tampoco quiero ponerle en entredicho su valoración.

    Un saludo !

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