lunes, 18 de diciembre de 2006

Una de las visitas que tenía pendiente en este viaje a Londres, era el centro comercial Harrods, y no porque tuviese verdadero interés por verlo, pero bueno, otra cosa más que ver, además mis amigos estaban interesados por ir y por comprar una bolsa/o que se han puesto tan de moda entre las mujeres.

En fin, cuando entramos me sorprendió la cantidad de gente que había, sobretodo turistas de puente españoles, y tengo que reconocerlo, no los soporto. Y es curioso, porque yo también soy español y turista, pero creo que es difierente, me explico: conozco Londres lo suficiente como para saber moverme por la ciudad (tengo amigos, muchos de ellos ingleses, he estado varias veces...), hablo inglés con relativa fluidez, y por supuesto aprecio lo que veo y visito, y lo más importante, no pongo pegas por todo o casi todo. Y es que en este viaje, en el que me he topado con más españoles que nunca, me he dado cuenta de lo quejicas que podemos llegar a ser, es que ¿no nos parece nada bien? ¿qué pasa que todo lo que hay en España es mejor y más bonito? ¿entonces porqué viajamos? ¿para presumir? Entiendo que no todos son iguales, pero de verdad, hay que saber apreciar las diferencias, lo bueno de otros sitios y no encerrarnos tanto en nuestra "sagrada y amada patria", ese ha sido (y será siempre) nuestro punto débil. Nunca he creído en el "Spain is the best".

Pero volviendo a Harrods, lo encontré como una especie de templo del lujo y la ostentación al alcance de unos pocos, pero motivo de contemplación de muchos. Y es que aquello parecía un museo, un mirar y no tocar, o si lo tocas no te lo lleves que sale un ojo de la cara. Estaba sumamente masificado pero poca gente compraba, hubo un momento que me pregunté "¿no es esto un museo? Ibamos visitando plantas cual visita a la sala del renacimiento o del arte contemporáneo, cuando en realidad era la sala de los electrodomésticos o de los alimentos en conserva. Y qué decir de sus escaparates, ostentosos a más no poder, por sus maniquíes parecíamos estar en la sala de Egipto del museo británico en vez de en la Egiptian Hall del Harrods.

El colmo de todo fue contemplar el altar dedicado a la princesa Diana y Dody Al Fayed, pero lo peor es que había un montón de gente fotografiando el altar o posando junto a él. Creo que es el sumum del despropósito y digno de los tiempos rosas (o amarillos, depende del país) en los que vivimos. ¿Cómo se ha podido esto convertirse en un sitio de referencia turístico?

La verdad es que no lo sé, pero el caso es que yo también caí y cual vulgar turista lo visité, es verdad, no me pareció culturamente estimulante ni me aportó nada que merezca la pena, pero ¿qué me decís del bolsito tan mono que me llevé para regalar? Y es que eso es lo que tiene Harrods, pomposidad y lujo en el exterior, pero por dentró está totalmente vacío.

0 Comments:

Post a Comment